Árgera es un aislado sistema estelar de la Periferia, que aun estando cerca de la frontera, está alejado de las rutas de comercio.
Aunque existen varios planetas tanto rocosos como gaseosos orbitando a estas enanas rojas binarias, el único mundo habitado está en la tercera luna de un gigante gaseoso, color turquesa, que comparte nombre con sus estrellas, llamadas Árgeras.
Este planeta de escasa flora y fauna, helado y seco, es duro para la vida humana, pero aun así lo habitan algunas tribus de nómadas gliesianos de piel blanca y cuerpo compacto, adaptados al frío desde hace generaciones. Estos jinetes itinerantes establecen sus campamentos en valles donde la vegetación es algo más abundante. Son gentes supersticiosas y desconfiadas, que rechazan cualquier indicio de tecnología, viven en comunión con la naturaleza y llevan una dieta prácticamente compuesta de vegetales, aprovechando las pieles, hueso o carne de los animales tan solo cuando han fallecido por causas ajenas a ellos y nunca por la caza. Creen firmemente que el su mundo les tratará mejor si no matan a sus criaturas, que perciben como parte de un todo.
A lo largo de las centurias, los argeranos han llegado a establecer una relación simbiótica con los buldars, unos mamíferos cuadrúpedos grandes, hasta dos metros de altura, de grueso pelaje lanudo y blanco-azulado, cuyo lomo está cubierto de duras placas de exoesqueleto. Durante el periodo de celo, los machos se desprenden de esta coraza entre pelea y pelea. Los jinetes nativos han aprendido a generar la misma respuesta física en los animales por medio de la monta y doma. Es una ritual de paso, sagrado y peligroso, indispensable para ser un miembro de plenos derecho de la tribu: las fracturas, roturas e incluso la muerte son habituales, pero la recompensa valiosa. Una vez por ciclo, durante el Val-al-dhun, las tribus se reúnen en puntos sagrados y realizan ferias, en las cuales intercambian información, tienen lugar compromisos y bodas, alianzas e intercambios. De todo tipo Algunos comerciantes extranjeros, llegan en sus naves, que deben estacionar lejos de los argeranos, e intercambian útiles de otros mundos a cambio de las placas de buldar.
Se cree que esta luna gozó de un clima menos adverso e incluso estuvo habitada por una civilización humana, cuyas ruinas a veces aparecen enterradas bajo la nieve o en cuevas subterráneas. |